Ira

Concurso de cortos

Luisa Fernanda Rudí y Alberto Ruíz-Gallardón han decidido competir a ver quién es más corto; la primera, amparando  con la protección del Gobierno aragonés un concurso entre jóvenes de 14 a 18 años que, igual no tienen beca o futuro laboral en su tierra para ganar un jornal digno, pero de momento optan a un premio de hasta 500 euros con dinero de todos los aragoneses por decir que la vida es muy bonita. El segundo, por elaborar un anteproyecto de ley de reforma del aborto que acabará con la ley de plazos actual creando una fuerte conmoción en Europa y  en las filas del propio Partido Popular, pero que honra la memoria de su padre y tiene contentos a Rouco Varela y, parece ser, a la Virgen del Pilar.

Lo de Gallardón lo puedo entender porque, desde que le vi en el Congreso decir que solo la maternidad hace libres a las mujeres, o que él sí tendría un hijo retrasado me han dado ganas de sugerirle que circule por Madrid en moto; además, como dijo en su día, la reforma de la Ley del aborto justifica ya de por sí su carrera política. Y la Presidenta de Aragón ha decidido apoyarle en esto convocando un concurso de cortometrajes que supone, solo por promocionarse en centros públicos, una injerencia en los valores que los padres quieran transmitir en sus hijos, todavía menores de edad.
Alguno pensará que Luisa Fernanda añora los tiempos en los que la coletilla “sus labores” en el DNI y la cuenta a nombre del marido eran exponente de la minusvalía mental de la mujer; de todas formas, el ministro de Justicia está muy agradecido ya que es de las pocas que le apoyan, aún a costa de sublevar a los aragoneses, que le han pedido, con razón, que se ocupe de lo suyo y represente a la Comunidad, que para eso se le paga. No se sabe si a cambio Alberto Ruíz-Gallardón aceptará ir al Pilar, vestirse de baturro y bailar con ella una jota delante de la Pilarica, para manifestar la unión entre ambos dirigentes conservadores. Mientras tanto, yo tengo una duda: si la Virgen María, sin padres, pobre a rabiar, hubiera optado por el aborto, habría ido al ginecólogo como manda la nueva ley; prácticamente ninguno habría consentido pero tratándose de esta chica que dice no haber conocido varón, le habrían remitido al psiquiatra; el primer psiquiatra decide derivarle a un segundo, el cual considera que tiene problemas psicológicos. María habría vuelto a su casa y discutido con José, que está dispuesto a hacer de padre pero María no quiere ser madre todavía. El psiquiatra se rinde, emite un informe y le dan el certificado, tras siete días de reflexión, como está mandado. Yo pregunto: si Jesusito no hubiera nacido, la culpa, ese sentimiento judeocristiano tan extendido en nuestro país y que lo soluciona todo, ¿existiría en boca de los dirigentes para decir que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades mientras viven a nuestra costa?

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