Ira

Humo en casa de López Aguilar

En este país dividido en dos desde antes de la guerra civil española, una de las cosas que han quedado en evidencia en el devenir político es la hipocresía de aquéllos que nos han vendido un país moderno cuando continúa anclado en los prejuicios del siglo XIX.  Triste es coger el periódico y leer el número de imputados por semana en este país; pero más triste es todavía leer de la presencia ante el Supremo del europarlamentario y exministro de Justicia, el socialista Juan Fernando López Aguilar, doliente en plena Semana Santa ante la demanda por malos tratos que le ha impuesto un juzgado de Canarias. 

 La cosa es como sigue: resulta que el un día precursor de la Ley contra la violencia de género en 2004 es objeto de una persecución porque se halla inmerso en un proceso de divorcio, situación ésta aprovechada en todos los foros en los que me he metido para  que los hombres opinen que a Juan Fernando López Aguilar  le está bien probar un poco de su propia medicina, es decir, “que se joda”, y contento de ser quien es “que no sale esposado”. En uno leí incluso que esto con Franco no pasaba porque llegaba al domicilio la Guardia Civil a mantener una charla para solucionar el problema y aquí no había pasado nada, sin leyes ni chorradas. Personalmente no soy de las que echo en falta no haber mantenido una charla con la Benemérita siendo mujer y menos en la época de Franco; es más, el dictador ató en corto a la esposa  imponiendo una ley en la que el marido la podía retener en casa o  perseguirla en caso de abandono del hogar conyugal,  entre otras lindezas;  pero ya ven: Franco murió, opinar es libre y el mundo está lleno de “incomprendidos”.

Más cosas que he leído: mujer despechada que solo busca la custodia de sus hijos, maltratada que no se ajusta al perfil, es decir, manipuladora, falsa, zorra que va de víctima, borracha…cuando se habló de denuncia interpuesta por su hijo mayor a instancias de una amiga que sabía que las cosas no funcionaban bien, la denuncia se retiró por iniciativa de la ex de Juan Fernández López  Aguilar, Natalia de la Nuez; al parecer, su ojo morado era cosa de un juego infantil con sus hijos. Cuando se hablaba de denuncias por parte de ella tertulianos y foreros se cebaron con ella, pero mira por donde, la culpa la tiene la policía. 

Tras un incendio en el domicilio conyugal, acudieron los bomberos y la policía realizó las consiguientes pesquisas al haber menores implicados. Y fueron los vecinos los que apuntaron vejaciones físicas y psicológicas por parte de Juan Fernando López  Aguilar de puertas para adentro. Aún así, tertulianos partidarios de mantener conversaciones con la Guardia Civil apuntaron, sin estar dentro, que ella se durmió de lo borracha que estaba y que los vecinos se metían donde no les llamaban. La moral en este país es tan doble como la división de bandos a lo largo de la historia. Me da por pensar esto porque el PSOE le suspendió sabiendo que la causa iba a llegar al Supremo, que si llega a quedarse en el juzgado de Canarias, al que los socialistas han acusado de actuar en connivencia con el PP,  nos dan las uvas…y si el imputado  llega a ser un inmigrante las televisiones se habrían pegado por sacarles las primeras al ser  héroes que luchan contra la violencia de género.

No estoy juzgando la inocencia o culpabilidad de Juan Fernando López  Aguilar, sino la parcialidad y superficialidad de opinadores de taberna y de salón. Los vecinos oyen y ven, que ella suelte perlas como que “ni le ha denunciado ni le denunciará por maltrato” o “su proceso de separación era violento como todos” me suena a eso de “mi marido me pega lo justo”, que quiere decir que ella es tonta y Juan Fernando López  Aguilar debería releerse el texto legal  estrella de su mandato. Lo que sí le atribuyo es la honradez de Juan Fernando López de Aguilar de haber dimitido por haber firmado en el pasado un compromiso ético con su partido, que ya es algo más de lo que ha hecho uno que yo conozco.

 

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