La cocina de Soraya

Los desnudos integrales no tienen por qué ser de cuello para abajo sino de cuello para arriba. Es la manera de confesar su absoluta indefensión ante la nube de periodistas que cubren el Consejo de ministros los viernes, en el que Soraya Sáenz de Santamaría ha mostrado su alma de ninfa al diablo con micrófonos, defendiendo que es un ser humano bajo su gesto ensayado ante los asesores de imagen.

Nos ha descubierto que, puestos a pensar, no es buen lugar el Congreso para hacerlo ya que la vicepresidenta prefiere, sin lugar a dudas, la cocina de su casa.

Soraya Sáenz de Santamaría, para exhibir su lado humano,  se refiere a su condición de mujer conservadora que ve pasar el mundo desde una cocina mostrando su solidaridad con Felipe González por no encontrar la puerta giratoria para entrar a la Universidad Autónoma de Madrid. 

Sufrir un escrache es de lo peor que te puede pasar en la vida, y tuvo que ser desde la cocina, ese cuchitril infecto en el que pasa Soraya Sáenz de Santamaría las horas que no pasa en el Congreso pergeñando decretos para recortar derechos sociales, cuando Soraya I notó la injusticia en su propia carne; y se ha mostrado tal cual es, huérfana y desvalida, lamentando la escena que vivió su acólito Felipe González, que no ha hecho otra cosa mal que empuñar el neoliberalismo y aburrirse en Gas Natural. 

Habrá sido el momento en que la vicepresidenta se ha sentido más cerca de la gente que sufre; con él, aunque antes era enemigo político y ahora cómplice necesario con la prensa de la mano. Legislar en contra de la dación en pago y provocar vidas rotas por los desahucios hace sufrir, sufrir intensamente hasta morir de dolor y retirarse al “cuarto de pensar” y desnudar el alma en televisión, como en la versión pija de Gran Hermano. Todo por culpa de la libertad de expresión;  por eso lo decimos aquí y en la Universidad….y eso no se puede tolerar.