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Juana Rivas está en mi casa
La última vez que vi a mi madre con mi padre mis pies recorrían el pasillo de arriba abajo. Los gritos de mi padre se confundían con los gritos de mi madre, que acabó metida en la cocina, sentada en una silla, su único apoyo para soportar el mundo que se le venía encima: ¡mi padre está furioso! Lo sé porque a mí también me ha faltado ese apoyo y lo he buscado debajo de la cama, donde nadie me ve pero yo les intuyo; sin atreverme a respirar para que mi madre no se dé cuenta de que estoy tirado en el suelo cogiendo frío.