Ira

Syriza y la casta

Los griegos, por medido de Syriza,  han decidido entrar en el laboratorio y experimentar fórmulas nuevas en esta Europa nuestra que va a regazo de países como Islandia. Será por interés político o lejanía geográfica, los islandeses decidieron hace tiempo “no hacerse cargo de los cubatas que han tomado otros”, en referencia a la casta y limitarse a abonar su café. 

La movilización social dio sus frutos, eso sí, con quitas a los productos de inversión pero respetando el ahorro familiar  y propuesta de reforma constitucional en la que se remarcaba que jamás se iba a anteponer el pago de la deuda al bienestar general de la población. ¡Dicho y hecho! Se aprobó el borrador con el voto favorable del 66% del electorado pero el gobierno se sacó de la manga una nueva mayoría para aceptar la reforma de una constitución que es un calco de la danesa: mayoría de dos tercios de la Cámara. Me suena a decreto de última hora de Rajoy.

Y es que nuestros políticos son versátiles. Sirven para cualquier cosa, excepto para elaborar un programa de gobierno y cumplirlo. Basta ver cómo el ministro José Manuel Soria es capaz de expropiar las plazas de Técnicos superiores de Turismo delegados en el extranjero para, de golpe y plumazo, elaborar un decreto en el que se carga la experiencia previa y antepone la ocupación de cargos institucionales como mérito baremable. Es decir: el gobierno no sabe dónde colocar a sus acólitos y le da una plaza en Londres a un compañero de partido con la misma facilidad que elabora una ley de amnistía fiscal para abonar solo el 1% del dinero que declaren procedente de paraísos fiscales; lo que unos llaman interés general yo lo llamo repartirse beneficios y cotas de poder a su imagen y semejanza.

Pero en ese laboratorio donde en la cuna de los helenos comenzaron las reuniones de los griegos en la plaza proclamando la “arete”, “virtud” o “excelencia” en griego, el tan denostado concepto de Democracia ha dado como resultado el hartazgo del que ha salido una opción como Syriza; suicidios, bajadas de sueldo denigrantes, profesores pidiendo un sueldo digno para vivir y reconociendo que pagan seguros privados sanitarios porque la sanidad pública ya no es de fiar. Grecia ha vendido hasta alguna de sus islas y la Troika miraba asombrada “no hay estallido, luego estas medidas se pueden aplicar a Portugal, España, Irlanda e Italia”. 

Y cambió. Cambió para siempre cuando el pueblo se dio cuenta de que la política se hace desde abajo para los de abajo; En Syriza no hay sitio para salvar al banquero que, lamentablemente, se irá al infierno sin haber devuelto lo robado. Pero ni un desahucio más, ni un suicidio ni migajas electoralistas en época de campaña. 

El gobierno de Tsipras ha dicho que se concede un plazo de dos meses para negociar la deuda griega, cuando en España llevamos casi cuatro años; y el BCE le ha retirado su apoyo. La casta que lo integra piensa que en 30 años Grecia, con o sin Syriza, estará como ahora y venden el mensaje de la irresponsabilidad de vivir por encima de sus posibilidades. ¿Quién? ¿El pueblo o la casta? Lo irresponsable es negar la oportunidad que han tenido países como Bolivia o Alemania y lo razonable es un plazo de refinanciación a 5 años con quita de más del 50% de la deuda y ampliación del plazo para amortizarla. A Alemania, por cierto, le sirvió para destruir un muro, reunificarse y construir otro a la altura de las narices para no enterarse de lo que pretende Syriza, pero es lo que tiene ser casta…

 

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