El rincón de las conversaciones

Boomerang: crónica de unas elecciones

La responsabilidad del equipo de Pablo Iglesias, tras analizar los resultados de las elecciones del 26J, no azuza ninguna sospecha sobre el proceso electoral. Diferentes resultados en diferentes comunidades autónomas solo indican que la ciudadanía vota diferente según las circunstancias y solo al propio partido y a la España de la enfermedad congénita es achacable el resultado del mapa peninsular.  Me duele la España del contratiempo, la que ha evolucionado según las circunstancias sin firmeza, la que es un grano que sin doler molesta, la que se convierte en un obstáculo cuando hay que dar un giro de 180º a nuestras vidas….pero más me duelen sus ancestros ideológicos que mueven los hilos del polichinela sin que se den cuenta de aquéllo que son.

Un país satisfecho con sus resultados en las elecciones, ignorante de su propio futuro que deposita en manos de delincuentes imputados con fortunas en paraísos fiscales y al que le pesan más las denuncias archivadas por el Supremo por la presunta financiación ilegal de Podemos…Si la cabra tira al monte, el PP ha tirado a los núcleos rurales, esos pueblos que consideran lógico estar gobernados por un cacique y sacan la escopeta para defender la teta que les da de mamar. Esos pueblos de ese país a los que las campañas de redes sociales y el correo electrónico no llegan jamás. Esos pueblos que se defendían entre ellos avisando al grito: “que vienen los rojos” entre montaña y montaña en la guerra del 36. 

España no es un país, es una contrariedad; la abstención sin alternativas no es un accidente y Unidos Podemos no ha sabido verlo. Dejando al margen las encuestas a pie de urna el día de las elecciones, que no es la primera vez que nos dan sorpresas, me pregunto yo: ¿Dónde estaban las mareas tomando las calles quejándose de recortes en Sanidad y Educación? Acaso la gente olvida, puesto que la puesta en escena se diluye y se ven, eso sí, imágenes de desahucios impedidos gracias a la ciudadanía mientras los partidos perdían el tiempo intentando no formar un gobierno con los resultados salidos de las elecciones del 20D. A la España del coeficiente intelectual bajo hay que sumarle la España de clase media, de la que hubieran salido la cantera de votos y que se consumió entre confluencias y propuestas de desgaste. España no juega con sus votos: “si te los doy, úsalos en mi propio beneficio, no en el tuyo”, han parecido decir l@s votantes que se consumían mientras se tejía un desgaste a Pedro Sánchez. Y ahí tanto las bases como Pablo Iglesias fallaron, porque el acuerdo de gobierno se forjó en consulta popular.

Y dentro de la propia coalición, las expectativas eran muy altas antes de las elecciones porque se sumaron dos y dos. Pero no hubo suma sino resta, porque a Podemos le gustaba el producto, que no la invasión, de IU, pero a IU no le gusta Podemos. Le gusta a Alberto Garzón, líder mejor valorado de este país en contraposición a Pablo Iglesias, pero no a Cayo Lara ni a Gaspar Llamazares.

Y el voto volvió a ser conservador, volvió a su ser reforzado, entre otras cosas porque el desgaste lo sufrieron Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera. Porque la apariencia en este país cuenta y mucho, hasta tal punto que los papeles de bueno y malo se han repartido siempre y Rajoy ha sido el bueno y Soraya la mala, Pedro Sánchez el bueno y Susana Díaz la peor…voy más lejos: Felipe González el bueno y Alfonso Guerra el malo. Pablo Iglesias no ha sabido o no ha querido delegar ese papel de malo, tras una temporada tremendamente suavizado. Y a España, ese percance de país, de mujeres vestidas de negro y de clanes, no le gustan los chicos malos con coleta. Porque además de la abstención de las ciudades votan en elecciones los nietos de los abuelos, los santos inocentes que creen en el cielo, el infierno y se han educado con miedo al castigo. 

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