El rincón de las conversaciones

El transcurso del tiempo para Felipe VI

Navidad con elecciones al Parlamento catalán en un día laborable;¡ todo un hito histórico en nuestro país! El discurso de Felipe VI dobló en audiencia al de pasadas ediciones, fue moderado y acabó rápido. Se echó de menos, al mencionar el azote de la corrupción, aquello de que “la Corona pondrá todo su empeño en  poner a disposición judicial a la clase política que proteja a los evasores fiscales ”.

Bastante más moderado en sus formas que el del 40 aniversario de las primeras elecciones tras la muerte de Franco en 1977 y menos frentista, el discurso de Pascua de este año ha dejado las lagunas de una figura vacía tras las elecciones catalanas y el paso de esas 4 décadas. El discurso en las Cortes en el 40 aniversario de elecciones, texto pergeñado por el PP,  sirvió para intentar salvar las espaldas de un sistema político con una figura representativa vacía de contenido y prescindible. La monarquía parlamentaria se justificó a sí misma en la celebración de la Democracia. E hizo algo que hasta ahora no había hecho, que fue enganchar su discurso con la legalidad citando al presidente republicano Emilio Castelar: “El menosprecio a las leyes, que nos conduce a una decadencia sin remedio, es el más terrible y el más incurable de todos nuestros defectos”.

Felipe VI y el gobierno dieron la espalda a las necesidades de la sociedad posicionando la unidad de España como frente a defender ante el devenir del independentismo catalán y aún  más importante que la violencia de género, que causa tantas víctimas al año y a la que se refirió someramente para cubrir el expediente; más que los recortes sociales, la dependencia, el acogimiento a la población refugiada con los apercibimientos que recibe el gobierno del PP desde la UE, …. Demostró que ya es más figura política que representativa y que esa carga política es la que no ha sabido estar a la altura de la sociedad evolucionada. De haber sido así, su discurso se habría centrado en los miles de millones perdidos en la fontanería política para ganar sobresueldos, la identidad de M Rajoy en los papeles de Bárcenas, la amnistía fiscal inconstitucional, las mujeres asesinadas por sus parejas, algunas junto con sus hijas e hijos…

La historia es cíclica, dicen, porque otro rey citó en el mismo lugar las siguientes palabras: “La intolerencia, la discordia y la falta de entendimiento entre los españoles constituyen una realidad innegable de ese periodo  político de nuestra historia: una España impotente, resignada y pesimista que vio reducir su presencia y peso en el mundo; una España dividida». Se refirió en este caso Felipe VI a la época franquista. Y de ahí al engranaje de una maquinaria que en forma de golpe de estado perpetuó un régimen dictatorial durante la mal llamada Transición. Hasta el punto de que, tras su discurso en el Parlamento, Felipe VI concedió premio a Martin Villa, ministro de la Gobernación con UCD y conocido como “la porra de la Transición”. ¿Qué se puede esperar de esto? Pues lo que se vio por televisión en Navidad y poco menos. Porque venir de la mano de un dictador a dar lecciones magistrales de Democracia es tan compatible como hablar de la situación económica de la ciudadanía e irse a esquiar a Baqueira Beret a costa de los impuestos de quien trabaja. Prebendas medievales. Mi sistema no es este, el gobierno del pueblo es la República.

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