El rincón de las conversaciones

Vuelta al Antiguo Régimen con la prisión permanente revisable

Más dolorosa si cabe que la violencia de género en sus diversas manifestaciones es la utilización de las víctimas. El corte liberal del gobierno de M.Rajoy, que aprovechó la alarma social que causaban determinados crímenes por el tipo de víctima, como fue el caso de Sandra Palo o Marta del Castillo, perdió tono al comprobar en la socialización del dolor una oportunidad para implementar medidas de carácter cada vez más restrictivo; uno de los proyectos que llevaba en su programa cuando ganó por mayoría absoluta en 2015 fue la prisión permanente revisable, una vuelta al Antiguo Régimen por lo que supone de injerencia del Estado en el poder legislativo.

La prisión permanente revisable es cuestionable desde el resto del espectro político, el propio funcionariado de prisiones y también por el tipo de crimen a defender en el Congreso de los Diputados. Como si no hubiera crímenes de mujeres a lo largo del año, como si en España hubiera dotación presupuestaria suficiente para proteger a las mujeres y a sus hijos e hijas, el cadáver de Diana Quer ha venido como anillo al dedo al PP en un contexto de deficiencia democrática tal que hasta el informe de The Economist nos suspende calificándonos de “democracia deficitaria” por la gestión gubernamental en Cataluña.

Esta percepción es consecuencia del uso de la fuerza para limitar la libertad de expresión recogida en la Constitución, escondida  tras la Ley Mordaza y varias reformas del Código Penal. La pulsión para amedrentar a la ciudadanía, que sabe por boca de M.Rajoy que tiene que agarrarse a los planes de pensiones si quiere solvencia tras la jubilación y que ha normalizado la precariedad, procede de la falta de desarrollo de una democracia paupérrima, existente desde hace décadas pero que no ha desarrollado individuos maduros capaces  de poner en práctica sus derechos de decisión, léase en forma de referéndums para consultar cuestiones de vital importancia; los testimoniales como la entrada en la OTAN no cuentan. El PP se ha desviado del liberalismo y ha avanzado hacia el despotismo de la Revolución Francesa; la prisión permanente revisable o cadena perpetua es muestra de ello.

El asesinato de Diana Quer no es más importante que el de otras víctimas para llevar a cabo un cambio de legislación. La ronda de visitas a diversas tertulias televisivas que está realizando su padre es, aunque él no lo reconozca, legislar en caliente. Ningún afectado que tenga la desgracia de sufrir este tipo de crímenes en su familia había pensado anteriormente en la prisión permanente revisable. Por contra, el PP sí había trazado el plan de difuminar los límites de la separación de poderes y ha aprovechado su momento. No evitará asesinatos ni violaciones de mujeres y niños porque la cosificación de la mujer, la falta de empatía con las víctimas o la separación de la vida afectiva y sexual son también problemas educacionales que se solucionan con inversión en Educación, cambiando pautas y modelos de conducta. Tomarse en serio la ley de Violencia de Género y dotarla de medios y presupuesto suficientes. La prisión permanente revisable no es más que la acción punitiva del Gobierno, y por ello discrecional, para intervenir el principio de legalidad. Una vuelta al Medioevo, en el que no había tuiteras o raperos malsonantes, pero en el que se podía condenar a la guillotina o a cadena perpetua, que es la auténtica denominación sin eufemismos de la prisión permanente revisable.

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