Un percebe llamado Feijóo
Hace unos días, viendo la famosa foto de Alberto Núñez Feijóo en el yate de un narcotraficante, comentaba con alguien que la primera bendición que recibimos no es la del cura que nos bautiza, sino el lugar y el entorno en los que venimos al mundo. No sé si recordarán ustedes el juicio contra Meredith Kercher, estudiante británica asesinada en Perugia en 2007 y que llevó a la cárcel a una estadounidense, un italiano y a un marfileño. El único que continúa en prisión es el negro marfileño, que dicen que les vendió la droga; la americana, compañera de piso de la asesinada, volvió rauda y veloz a Estados Unidos y el italiano alterna la Ingeniería con entrevistas en televisión.
En Galicia parece que lo tienen más claro: si te dedicas a esto de la droga hay que aparentar untándose bien de crema cuando uno sube a un yate para no coger más color y codearse con el poder, que eso siempre abre vías. Y los políticos también se untan, como deducimos tras observar la foto de Marcial Dorado y Alberto Núñez Feijóo en cubierta, en la que al político le cae un montón de masa blanca por la espalda.
Mala es la sospecha de que la trama de financiación ilegal del PP se extienda a Galicia gracias a los tentáculos de Gürtel, porque hasta Rajoy se fotografió en el yate “Moropa”, propiedad del clan de narcotraficantes “Os Caneos”, en un acto de precampaña europea en el 2009; pero peor es la excusa del presidente Feijóo, que ha declarado que cuando se fotografió con Marcial Dorado, allá por 1995, debía ser tonto porque “no tenía conciencia de sus actividades delictivas”. Una se pregunta si se deberá a que los políticos son de una pasta especial, que no se enteran de lo que pasa a su alrededor, y si Feijóo era un crustáceo que vivía en el mar preocupándose de lo suyo hasta que mutó, le pescaron cuál percebe y le subieron a un barco con malas compañías porque saberse, lo que se dice saberse, lo sabía toda Galicia. Por más vueltas que le doy, solo se me ocurre algo así y a las pruebas me remito; a Mariano le pasó lo mismo y confesó que “se metió en el primer barco que había en el muelle” y convocó allí a la prensa. Debió ser entonces cuando llegó a la conclusión de que las apariciones ante los medios, mejor en plasma.
Yo creo que seguramente pasó algo así: no se enteró porque vivía pegado a una roca que le impedía ver que se dedicó al contrabando de tabaco en los 80 y que fue detenido por orden del juez Baltasar Garzón en 1990. Y aunque así me quedo más tranquila, de repente me asalta la imagen de ambos en cubierta y me invade la angustia: ¡¡¡Esa masa blanca en la espalda de Feijóo!!! ¡Con la de dinerito que va a repartir en Galicia en forma de subvenciones, ahora que toca ganar las elecciones por tercera vez! ¡Y me corroe la duda pensando que Rivera no quiere sillones! A veces no duermo. Lo siento, no puedo dormir….