• Juana Rivas está en mi casa

      La última  vez que vi a mi madre con mi padre mis pies recorrían el pasillo de arriba abajo. Los gritos de mi padre  se confundían con los gritos de mi madre, que acabó metida en la cocina, sentada en una silla, su único apoyo para soportar el mundo que se le venía encima: ¡mi padre está furioso! Lo sé porque a mí también me ha faltado ese apoyo y lo he buscado debajo de la cama, donde nadie me ve pero yo les intuyo; sin atreverme a respirar para que mi madre no se dé cuenta de que estoy tirado en el suelo cogiendo frío.

  • La tercera planta

    Cerró la puerta del balcón minutos antes de dar las 10 de la noche. Hacía calor, mucho calor. A pesar de haberle golpeado el aire en la cara, de su rostro pletórico manaban gotas de sudor como no se habían deslizado en otra etapa de su vida cuando hacía deporte.

  • El oportunismo de la posverdad

    Urge una reforma educativa que pondere las diferentes asignaturas por su funcionalidad y utilidad en el mercado laboral, claman las instituciones. Dejando a un lado que la asignatura de Religión la han vendido como el bote de jabón en semana de oferta, estoy de acuerdo en que los informes de PISA son un tirón de orejas al nivel intelectual de la clase estudiantil, que definirá el sentido de su voto cuando lo ejerza escuchando sesudos discursos.    

  • Cajeros

    Allá por abril del 2014 nos enterábamos de que la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, había tenido un pequeño percance con una moto por ir a sacar dinero de un cajero; este acto cotidiano, que realizamos la ciudadanía con frecuencia, tenía su carácter simbólico y quiso Esperanza que, ante cualquier hecho delictivo, se pusiera el foco en lo que realmente había provocado “un hecho aislado”: el acto de emprender una persecución tras arrollar la moto.

  • La RGI como instrumento de supervivencia

    Begoña Arnaldes Alonso. Con una semana de huelga de hambre a sus espaldas, perceptores de la Renta de Garantía de Ingresos y colectivos sociales continuarán en la carpa situada en La Naja “para demostrar que los que cobramos no formamos parte de ese mínimo 1% que defrauda.  Son unas 65.000 familias las que subsisten con pocos medios”. 

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